Una emoción común a todos los seres humanos es el enfado. Y, aunque esta emoción pueda resultar a priori desagradable o poco placentera, no significa que su incomodidad deje de tener sentido o utilidad.

¿Qué es el enfado?

Podemos definir enfado como enojo, una alteración de nuestro estado del ánimo que suscita ira o como la sensación desagradable y molesta que nos provocan algunas circunstancias en el estado anímico, disminuyendo nuestro bienestar y causándonos disgusto.

El enfado, como cualquier otra emoción, tiene como finalidad la de que nos podamos adaptar al medio con eficacia para garantizar nuestra supervivencia.

Existen distintas clases de enfado y no todos son negativos, al contrario, en no pocos casos, poder movilizar esa energía de forma adecuada y asertiva nos posibilita establecer límites sanos, defendernos de situaciones injustas y poder alcanzar acuerdos.

El enfado, más que aportarnos una información sobre el mundo, nos proporciona datos importantes acerca de lo que ocurre en nuestro interior y su manifestación, dependerá en gran medida de qué hagamos con esa emoción y de cómo seamos capaces de gestionarla.

En todo caso, el enfado, es una situación que nos hace sentirnos incómodos y molestos y que, en algunas ocasiones puede aparecer súbitamente, como un estallido, o bien ser producto de una acumulación de pequeños disgustos, pero suele presentarse como una combinación de frustración, ira y tensión fisiológica que puede llegar a nublar nuestros pensamientos racionales y a provocar alteraciones físicas como la hiperreactividad, cambios en la voz, o agresividad.

Una emoción con muy distintas manifestaciones

Frente a la misma emoción, cada persona reacciona de una manera distinta, esto, depende de muchos factores distintos entre los que podemos encontrar, nuestros referentes familiares, nuestro estado anímico general, nuestro nivel de tolerancia a la frustración, etc. Esta variabilidad de reacciones hace que, mientras que algunas personas tienden a acumular ira y no comunicar sus sentimientos, estallando de pronto en un momento dado, otras apenas se enfaden, o sean capaces de comunicar sus emociones de forma asertiva. Enfadarse de manera puntual, es perfectamente normal e incluso, saludable, mientras que vivir arrastrado por estas emociones, puede generarnos numerosos problemas y un estado emocional muy negativo. Pero, en términos generales, nuestra capacidad de gestión emocional a todos los niveles, será la que determine nuestro correcto manejo de esta emoción.

Diferentes manifestaciones del enfado

El enfado razonable

Expresar nuestro malestar frente a las injusticias o sentir enfado e indignación frente a determinados hechos, es totalmente justificable e, incluso, saludable. El enfado puntual frente a determinadas circunstancias y la reacción y capacidad de expresar nuestro malestar frente a estas situaciones injustas o cuando nuestros derechos son vulnerados, nos previene de mantener un estado de ira latente que puede conllevar peores consecuencias, y es incluso, recomendable, eso sí, en este tipo de circunstancias, se debe actuar de manera asertiva, con seguridad, respeto e inteligencia. La vida está llena de injusticias. Sentir indignación y enfado ante esas circunstancias y hechos globales es algo justificable. Como también lo es reaccionar y expresar nuestro malestar cuando algo nos afecta, cuando se vulneran nuestros derechos. Así, en estas circunstancias, lo más recomendable es actuar con asertividad, seguridad e inteligencia.

Enfado silencioso

En este tipo de enfado la reacción de la persona es la de disimular e interiorizar su rabia o contrariedad, pero, debemos saber que, reprimir nuestras emociones, no es saludable. Por el contrario, para tener una buena salud emocional, debemos aceptar aquello que sentimos, aprender a manejarlo de forma positiva y poder solucionarlo para conseguir el bienestar.

Cuando callamos un enfado corremos el riesgo de que la emoción se cronifique, que nuestra salud emocional se vea afectada y que, a la larga, sea mucho más complicado poder manejarla de forma asertiva.

Enfado secundario

Al hablar de enfado secundario nos referimos a que, en muchas ocasiones, el enfado es una emoción secundaria que aparece cuando no somos capaces de gestionar correctamente otra emoción.

Muchas veces, detrás de una reacción de enfado se esconden otras emociones como el miedo, la frustración o la tristeza. Saber precisar cuál es en realidad la causa de nuestro disgusto nos puede ayudar a racionalizarlos y resolver el enfado de forma mucho más positiva.

Trastorno latente y enfado crónico

En algunas personas, esta sensación de irascibilidad se transforma en un trastorno crónico y existen personas cuyas reacciones están siempre supeditadas a las explosiones de ira, la agresión verbal, la negatividad y la sensación constante de frustración. Por lo general, detrás de estos casos, además existen trastornos latentes como la ansiedad o la depresión.

El enfado como herramienta de manipulación

El enfado también puede tener un carácter instrumental y ser empleado como una estrategia de manipulación hacia los demás.

En estos casos, la persona utiliza su enfado como una amenaza o provocando un estado de incomodidad a los demás, a fin de conseguir sus objetivos.

Gestionar el enfado de forma correcta

Para  gestionar el enfado, no debemos olvidar que, este, aparece por alguna razón. Por este motivo, es importante escucharlo y respetar nuestras emociones, en lugar de evadirlas. Podemos ver el enfado como un mensaje que nos advierte de que nuestros límites están siendo invadidos, o no hemos satisfecho nuestras necesidades de manera adecuada.

Es importante parar un instante y darnos el tiempo suficiente para entender lo que ocurre para poder gestionar tu enfado desde una relativa calma.

Analiza el motivo de tu enfado

Toma un segundo para pensar realmente cuál es el motivo de tu enfado, qué es lo que disparó el hecho de que te sintieras mal y piensa en las necesidades que tenías antes de que el enfado apareciera: necesitabas tranquilidad, silencio, atención, diversión, cariño, reconocimiento, etc.

Trata también de descubrir cuáles son las circunstancias que lo han propiciado y, si el enfado es con otra persona, intenta ponerte en su piel y encontrar tambien sus propios motivos. Intentar empatizar y comprender nos aporta una perspectiva diferente que puede ayudarnos a superar las emociones negativas.

Expresa tu malestar de manera asertiva

Expresar asertivamente nuestras emociones posibilita que exterioricemos aquello que estamos sintiendo, respetando nuestros propios límites y sin necesidad de pasar por encima de las necesidades y límites de los demás.

El enfado puede ser una oportunidad de llegar a acuerdos y, también de porner freno a situaciones injustas, desde un lugar de respeto y relativa calma.

Reinterpreta el conflictos y trata de afrontarlo de manera positiva

Puedes transformar el conflicto en una búsqueda de soluciones, y convertir el “padecimiento” del enfado, en un motor que te lleve a actuar, a tomar acción y a cambiar las cosas.

Y, sobre todo, no trates las emociones negativas como si fueran a durar para siempre. El malestar que provoca el enfado, es pasajero, no lo conviertas en una forma de percibir el mundo.

En el Instituto Coullaut somos especialistas en salud mental y podemos ayudarte. Por eso, si tienes cualquier duda o deseas concertar una cita no dudes en contactar con nosotros.