Aprender a quejarse de forma constructiva
Quejarse no tiene por qué suponer algo negativo, de hecho, en ocasiones la queja resulta sumamente necesaria, pero la queja constructiva es aquella queja razonable y adecuado a las circunstancias en las que produce el reclamo y a los factores que lo motivan. En el lado contrario, se situa la queja destructiva, que como su propio nombre indica, solo puede generarnos malestar y mayores problemas.
Cuando la queja es razonable
Nos quejamos cuando necesitamos expresar contrariedad, pena o dolor, pero en resumidas cuentas, la queja siempre implica un grado mayor o menor de malestar. Nos quejamos, a veces mediante palabras o mediante sonidos, pero el objetivo es en general, expresarnos, llamar la atención de los demás o solicitar ayuda en aquel malestar que nos afecta o para conseguir que se produzca un cambio en las circunstancias que han originado dicho malestar.
En resumidas cuentas, en este sentido, esta manifestación además de resultar completamente válida, es en muchas ocasiones, necesaria y razonable.
Además, expresar nuestro descontento o nuestra inconformidad también es importante a la hora de evitar las arbitrariedades e injusticias.
Por lo que, a grandes rasgos, la queja es razonable y constructiva cuando su objetivo es el de visibilizar un problema a fin de encontrar una solución al mismo. Y, en estos casos, la queja es una conducta positiva que nos ayuda a avanzar y a recobrar el equilibrio.
La queja destructiva
Las personas no suelen quejarse sin motivo alguno, en general, las quejas esconden un malestar, pero en algunas personas la queja puede llegar a convertirse en una conducta persistente y sin un objetivo claro que puede llegar a transformarse en una actitud muy destructiva.
En este sentido, algunas personas utilizan la queja a fin de victimizarse, utilizando la queja para llamar la atención de los demás y generar en ellos, de forma irracional, un sentimiento de culpa. Suele tratarse de una actitud inconsciente, en la que la persona, en realidad sí está sufriendo, pero adopta el hábito de quejarse a fin de obtener ciertos beneficios, aparentes o reales, de esa conducta. En otros casos, este tipo de queja se convierte en una manipulación consciente, que puede acarrear a largo o medio plazo, graves problemas a la persona que mantiene esa conducta, así como sufrimiento y agotamiento a las personas que la rodean.
Quejarnos de forma constructiva para mantener una buena salud mental
Está claro que siempre existe algún tipo de malestar detrás de cualquier queja, ya se trate de una queja constructiva como de una destructiva, pero las consecuencias de ambos tipos de queja para la persona que la expresa, puede suponer un gran cambio a nivel de bienestar psicológico y emocional.
Por este motivo, es importante hacernos una pregunta: ¿Qué buscamos al quejarnos?
¿Realmente estamos buscando solucionar un problema? o, por el contrario ¿solo buscamos contagiar a los otros de nuestro malestar?
Es importante analizar también si nos molesta que los demás se encuentren bien, mientras nosotros atravesamos una una situación difícil, o, si por ejemplo, necesitamos que nos tomen en cuenta o valoren nuestro padecimiento.
En cualquier caso, es importante que analicemos que se encuentra detrás de nuestra queja: frustración, ira, enfado, inseguridad…
Aprender a quejarnos de forma constructiva, supone, por tanto, un ejercicio de introspección muy necesario, que puede ayudarnos mucho, tanto a modificar aquellas situaciones que nos dañan, como a conocer más profundamente nuestras necesidades, evitando con ellos mayores frustraciones a largo plazo, así como un mayor sufrimiento emocional y a nivel psicológico.
En el Instituto Coullaut somos especialistas en Salud Mental y podemos ayudarte. Por eso, si tienes cualquier duda o deseas concertar una cita no dudes en contactar con nosotros.