¿Qué es una crisis emocional?
Aprende a hacerle frente
Etimológicamente “crisis” es una palabra derivada del vocablo griego krísis ‘decisión’ y del verbo kríno ‘yo decido, separo, juzgo’. Cuando hablamos de crisis, por tanto, hacemos referencia al momento en que se produce un cambio significativo en la vida de una persona o de alguna otra cosa. Este término, por tanto, implica no solamente el hecho de que se produzca una ruptura con algo anterior (un estado, una situación, un acontecimiento…) sino también, la posibilidad de actuar y decidir frente a ese cambio.
Las crisis emocionales pueden aparecer en la vida de cualquier persona y en cualquier etapa de la misma por diversos motivos, pero en general, conllevan siempre una variación profunda y un momento de desequilibrio que afecta a la persona y que, en un primer momento, puede resultar difícil de gestionar, pero que, si se sabe aprovechar, puede convertirse en motor de cambios muy positivos.
Es común, por tanto, entender que una crisis siempre trae consigo un antes y un después.
No sin razón, en chino, crisis se denomina mediante dos ideogramas como ‘wei-ji‘, que significan peligro y oportunidad.
Las crisis emocionales y la desestabilización que implican suelen traer siempre consigo angustia, ya que en todos los casos las crisis implican tener que tomar una decisión.
Las crisis siempre tienen algún tipo de consecuencia, nunca son sucesos neutrales y significan un avance o un retroceso en su resolución.
¿Qué motiva una crisis emocional?
La crisis emocional viene provocada, no tanto por el suceso en sí mismo sino por la reacción que tiene la persona frente a ese hecho, pero en todo caso, se trata de algo transitorio, que siempre se resuelve y que siempre genera cambios, ya sean estos positivos si se sabe aprovechar la oportunidad o negativos.
Algunas características de la crisis emocionales
- Lo que genera la crisis es el desequilibrio que se produce frente a una dificultad o problema y los recursos de los que dispone la persona para afrontarlo.
- Estos recursos son fundamentales a la hora de propiciar una solución positiva, y entre ellos, se encuentra también la capacidad de la persona que experimenta la crisis de ser capaz de solicitar ayuda externa para compensar su angustia y reestablecer su equilibrio emocional.
- Cuando se padece un episodio de crisis se experimenta la necesidad de ser ayudado.
- La resolución de la crisis genera siempre un cambio que puede ser a mejor o generar más inestabilidad e incertidumbre.
Fases de las crisis emocionales
Cuando una persona experimenta una crisis emocional, lo más común es que atraviese una serie de fases:
- Fase de estupor y parálisis: Frente a un determinado hecho o circunstancia surge el estupor y con ello aparecen el miedo y la angustia. La persona no sabe cómo debe reaccionar y puede no comprender bien sus emociones, entrando en una situación de parálisis, que no es más que un mecanismo de defensa frente a esa circunstancia desestabilizante.
- Fase de incertidumbre: Esta fase también recibe el nombre de “fase de ansiedad confusional” marcada por el caos emocional y por la indecisión ante la posibilidad de optar por varias salidas o diferentes soluciones.
- Fase de miedo irracional o amenaza: El desequilibrio que causa la crisis implica un miedo a la destrucción, representando una amenaza para la psique de la persona, generándose un sentimiento de profunda desconfianza frente a lo que la rodea.
- Fase de resolución o fase de ayuda: La persona al fin, encuentra los recursos necesarios para tomar una decisión y salir de la situación de angustia. En muchos casos, resulta fundamental el apoyo y la comprensión de los demás, en otros, es la persona por sí misma la que consigue poner fin a su situación de incertidumbre y temor.
Desencadenantes
Los desencadenantes de una crisis emocional pueden ser muchas cosas y, siempre dependerá de la persona y de su propia capacidad de adaptación a los cambios, así como de su respuesta frente a los mismos. Ese es el principal motivo de que, lo que para algunas personas es motivo de una crisis profunda, para otras no lo suponga en absoluto.
Entre los desencadenantes más comunes de este tipo de crisis podemos encontrar:
- Muerte de algún ser querido.
- Una ruptura emocional.
- Vivencia de un hecho traumático (accidente, robo, violación…)
- Depresión o ansiedad.
- Enfermedad física grave etc.
Algunos consejos para superar una crisis emocional
- La aceptación es clave. Es importante aceptar la situación y no luchar contra ella.
- Analizar qué factores han propiciado la aparición de la crisis puede ayudarnos a entenderla.
- Asumir la responsabilidad que tengamos en los que nos ocurre.
- No dramatizar ni magnificar las circunstancias.
- Mantenerse en el momento presente, evitando con ello una mayor angustia provocada por pensamientos acerca del pasado e incertidumbre frente al futuro.
- Hacer conscientes las fortalezas y los recursos de los que se dispone para poder enfrentar la situación.
- Evitar culpabilizarse.
- Pedir ayuda en caso necesario.
En el Instituto Coullaut de Psiquiatría somos especialistas en salud mental, por eso, si estas atravesando un momento complicado o sientes que las circunstancias te paralizan, es importante contar con ayuda de un especialista que pueda apoyarte en esos momentos y guiarte en la búsqueda de una solución. No dudes en contactarnos.